Son las cinco en punto de una tarde de invierno. Sentada a la mesa, una niña observa frente a ella, el enorme tazón lleno de chocolate que preparó su abuela. En silencio, mientras bebe, no solo descubre los colores y las curvas de aquella pieza. Descubre también una pasión.
Ivana acaba de cumplir 45 años y recuerda aquel juego Hartford que atesoraba su abuela como el primero que llamó su atención a muy temprana edad. Hoy, con dos vitrinas repletas de tazas, nos cuenta sus primeros pasos en el coleccionismo y nos habla de este universo para muchos, desconocido.
- - Para mí es un hobbie. Definitivamente. Colecciono vajilla antigua, pero mi foco está en piezas de té y, sobre todo, tazas. La primera pieza que compré, fue un dúo de té Verbano modelo Margarita que me gustó mucho. Después de eso, no pude parar. Con la llegada de la Pandemia, también apareció en mi vida Alicia Antigüedades. comprar a distancia, con gente de confianza y ya perteneciendo a una comunidad, es un viaje de ida. Podría decirte que una gran parte de mi colección salió de ese pequeño local de Lanús - cuenta entusiasmada.
A Asidua compradora y asistente a las maratónicas transmisiones en vivo que ofrecía Ali durante la cuarentena, vió crecer su colección a pasos agigantados.
El encierro, además, le dio tiempo para comenzar a investigar. Esta tarea pasó a ser fundamental, un hábito que adoptó. Cinco años después de aquella compra, confiesa dedicarle todos los días una hora como mínimo a la investigación de sellos y piezas. Sostiene que coleccionar implica también saber la historia y el origen de las piezas que uno consigue. La colección sin historia, es acumulación.
- - Con las primeras piezas llegaron las preguntas: “¿Nacional o extranjero? ¿Loza o Porcelana?" La curiosidad es insaciable, una búsqueda te lleva a otra, siempre hay algo nuevo por descubrir.
Motivada por la dificultad de acceder a esa información, fue que creó un perfil en Instagram (@tazas.con.historia) donde comparte con su comunidad todo lo que descubre relacionado a la vajilla. Decora cada post, por supuesto, con fotos de su vasta colección. Según ella es lo que más atrae y también la acción que más disfruta, porque le permite apreciar las piezas de una forma más detenida.
- - La página fue creciendo naturalmente. Los datos están muy dispersos en las redes e incluso hay muchos que son falsos. Intento compartir datos certeros para que, partiendo de ellos, los que deseen puedan ampliar sus conocimientos. Así aprendí y sigo aprendiendo, para comprar bien y con información segura. Mi página es una puerta abierta a este mundo.
Ivana cuenta con “figuritas difíciles”, las más antiguas. Nos acerca unas piezas con “sello de diamante” que datan de fines del siglo XIX, y que son su mayor tesoro. Quienes las poseen, difícilmente se desprendan de ellas.
Claro que no todo en la cotidianidad de un coleccionista es recibir halagos por sus tesoros.
- - Lo que más me incomoda, y creo que a cualquiera que coleccione, es que le sugieran vender piezas o sacar un rédito económico de su actividad. Eso es no comprender el concepto de colección. El disfrute está justamente en conocer la historia, en usar la pieza como fuente de conocimiento, en ir del objeto al tesoro, que es justamente el camino del coleccionista.
Otra pregunta que recibe a menudo es una que nos atrevimos a hacer, y que surge inevitablemente al observar con admiración las repisas repletas de tazas de diferentes tamaños y colores: “¿Cuántas son?”
Ivana ríe. No responde. Acaso ni ella esté segura de un número exacto. ¿Ochocientas? ¿Acaso mil?
Para sacarla del compromiso de la respuesta, le pido un consejo para quienes quieran incursionar en el mundo de la colección.
- - Todos coleccionamos algo: zapatos, carteras, ropa, encendedores, ¡hasta cañas de pescar! Algunos llevamos esta pasión al extremo. Mi consejo: si algo les genera pasión, háganlo. Lo van a disfrutar.
Curiosidad insaciable, disfrute de lo cotidiano, aprender a cada paso. Ivana nos invita un instante a ese universo que se abrió ante ella hace mucho tiempo, cuando era una niña sentada a la mesa frente a un enorme tazón lleno de chocolate.