A todos los que coleccionamos vajilla, nos gusta lucirla en momentos especiales, guardarla en lugares de privilegio y, sobre todas las cosas, que siempre esté reluciente.
Esto último suele ser una constante preocupación, sobre todo para los que tienen preferencia por las piezas de loza. El craquel que se forma con el paso del tiempo y el uso, da muchas veces cuenta de los años y la antigüedad, aportándole una belleza singular, pero en otras ocasiones puede también deslucir la pieza, por las manchas que suelen generarse en él.
Dicen por ahí: “para gustos, los colores”. Por eso hoy te traemos una fórmula para blanquear, al menos parcialmente, tu vajilla de loza y que recupere parte (y a veces la totalidad) de su brillo y blancura original. ¡A preparar esas manos y la paciencia!
Vale aclarar que mucho va a depender de la antigüedad de la pieza y las manchas, la calidad de la loza y, no negaremos, de una cuota de buena suerte. ¡Atención con las piezas que contengan dorado o estén pintadas a mano! Preferiblemente, probar la preparación en algún rincón para evitar arruinarla.
Esta técnica nos la pasó Marisa, una Alicita de ya muchos años y que, amorosamente, aportó su saber para embellecer y recuperar las piezas.
PASO 1
Todo comienza con un recipiente dentro del cual la pieza quepa completa. Esto es muy importante para que nuestro preparado llegue a cada rincón que queramos blanquear.
PASO 2
Dentro de ese recipiente, volcaremos la cantidad necesaria de lavandina para ropa blanca (sí, la de esa marca reconocida). Evitaremos el uso de lavandina común o cloro, debido a que es muy agresivo y podría producirnos un efecto no deseado. La cantidad de producto a preparar va a depender nuevamente del tamaño de la pieza. Debe quedar completamente sumergida. Para activar nuestro producto, agregaremos a ese preparado una taza de agua.
PASO 3.
¿Qué sigue ahora? ESPERAR.
Si las manchas son muy sutiles, en algunas horas van a desaparecer. Recomendamos hacerlo en piezas que realmente lo necesiten.
Vamos a dejar la pieza sumergida 24 horas como mínimo en la preparación.
Finalizado este tiempo, vamos a sacarla del recipiente, renovaremos la lavandina y el agua en iguales proporciones, y la dejaremos, una vez más, 24 horas sumergida.
En esto, Marisita es clara y tajante: “- O se blanquea, o se ahoga”- dice entre risas.
PASO 4
Las manchas que no hayan salido para entonces, difícilmente lo harán con otro intento. Sugerimos no intentarlo más de dos veces. En la mayoría de los casos, no hace falta mucho más para obtener buenos resultados.
El último paso es esencial: lavar bien la pieza con detergente y agua, y dejar secar al sol. La loza debe estar perfectamente seca antes de volverla a guardar y aún más si va a ir a una caja o placard cerrado. Una tarde entera a puro sol, será suficiente para que el craquel seque definitivamente y entonces sí, procederemos a guardar la pieza reluciente.
CONCLUSIÓN:
Amigarse con la antigüedad de las piezas, con sus imperfecciones y su historia, es siempre lo más recomendable. Es parte de lo que las hace únicas y especiales. Sin embargo, para quienes quieran revalorizarlas y darles una nueva oportunidad, esta es nuestra técnica preferida. No pierdan la oportunidad de comprar piezas antiguas con manchitas y craquel.
- - ¡Monumental! - Exclama Marisa, mientras observa y seca un plato tortero recién salido del agua y que quedó como nuevo…